En esta entrada, me dispongo a elaborar una reflexión
personal sobre el artículo publicado en el periódico el País el pasado 4 de
abril cuya dirección es:
Durante todo el artículo, Carlos Arroyo analiza y explica el
estado anticuado de la metodología educativa que existe en nuestro país actualmente. Coincidiendo con él, he sido testigo de un sinfín de docentes que pasaban
de largo de las tecnologías y de las nuevas metodologías grupales y continuas que
favorecen el aprendizaje significativo.

Pero esto no es así, se debería inculcar desde la formación de
maestros, una actitud innovadora y capaz de adaptarse a las nuevas situaciones.
Con esto no solo me refiero a preparar a los profesores para saber cómo y cuándo
utilizar las nuevas tecnologías, sino también enseñarles u orientarles en
cuanto a nuevas formas de trabajo y evaluación que evalúen más los
conocimientos significativos que los memorísticos puesto que actualmente, tener
conocimientos memorísticos no lleva a ninguna parte.

Para continuar, sigo estando de acuerdo con Carlos Arroyo en
cuanto a que actualmente lo importante no es el que haya más o menos
ordenadores en un aula o que sean mejores o peores sino el saber incorporarlos
en el aula, saber cómo trabajar con ellos y el sinfín de ventajas que pueden
obtener nuestros alumnos utilizando estos nuevos recursos tecnológicos (no solo
ordenadores, también pizarras digitales, tablets, etc.).
Como último apartado para mi reflexión, me parece muy
interesante la diferenciación del autor de los conceptos “enseñanza” y “aprendizaje”,
dos conceptos que se han venido repitiendo durante los años que llevamos de preparación
para ser docentes y que en pocas ocasiones nos han sabido explicar y
diferenciar. La enseñanza, hace siempre referencia al resultado final y a la actuación
del docente de manera autónoma y sin colaboración mientras que el aprendizaje,
hace más hincapié en el proceso que llevan a cabo los alumnos hasta llegar a un
resultado. Para mejorar nuestras metodologías, deberíamos centrarnos más en el
aprendizaje y menos en la enseñanza.

Carlos Arroyo: “La
mejora de la educación exige inclinar decididamente la balanza hacia el
aprendizaje”.
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